El hijo mayor
Ahora
veamos al hijo mayor.
Este
muchacho pareciera tener todas las de perder, inicialmente. Las cosas parecen
no favorecerle. Y todo porque es el hijo mayor, entre otras cosas, y por la
actitud que asumió cuando regreso el hermano menor.
Por
lo general, se toma partido desde un comienzo. Se engrandece el amor del padre
y su preferencia desmedida por el hijo menor. Desde nuestro análisis, no se
deja uno de sorprender al ver lo inteligente, astuto y decidido que era el hijo
menor. Sorprendentemente calculador. Y todo le salía de maravilla. Ser el hijo
menor tenía sus ventajas. Y más en aquella familia, por lo visto.
No
sucedía lo mismo con el hijo mayor. Sobre todo, cuando se trata del regreso del
“pequeño de la casa”. El no haber
querido entrar, de buenas a primeras a la casa, tras la música y la fiesta, le
crean una mala impresión. Le crean mala fama. Casi siempre se piensa que era un
egoísta.
Al
igual que se hizo con el hijo menor, al buscar algunas características de su
personalidad, hagamos igual con el hermano mayor.
Pero,
veamos qué hay de sorprendente y novedoso en el comportamiento del hijo mayor.
Y ver, si tenía o no razón para asumir la posición que tomó cuando lo del
regreso del hermano.
Es el primogénito:
Comencemos
del comienzo.
¿Qué ventajas tenía ser el primogénito en una familia
judía? ¿Qué obligaciones, deberes y derechos tenía ser el hijo mayor?
Para
empezar, es que tenía que ser el modelo de la familia. Tenía que ser el ejemplo
a seguir. Tremenda responsabilidad.
En
cuanto a los derechos, el primogénito tenía derecho a la herencia, aun cuando
fuera hijo de una mujer que no amara. Pero si fuera el primogénito, por el solo
hecho de serlo, ya le correspondía detentar el derecho de la progenitura, según
el libro de Deuteronomio 21, 15-17. Decía la norma:
Si un hombre
que tiene dos mujeres, ama a una y a la otra no, y las dos le dan hijos, pero
el primogénito es hijo de la mujer que no ama, cuando reparta la herencia entre
sus hijos, no podrá considerar como primogénito al hijo de la mujer que ama, en
perjuicio del verdadero primogénito. Él deberá reconocer como primogénito al
hijo de la mujer que no ama, dándole dos partes de todo lo que posee, porque
este hijo es el primer fruto de su vigor, y por eso le corresponde el derecho
de primogenitura.
Hijo de madre desconocida, tal vez esclava:
Eso,
en caso de que el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo haya sido hijo de
una mujer no amada. Porque ese detalle no lo especifica la parábola. Era
simplemente el hijo mayor. Aquí cabría inmediatamente una pregunta: ¿sería esa
realidad la que no le daba seguridad al hijo mayor, en relación al padre; y, en
cambio, si la pudiese haber tenido el hijo menor, como en el caso de
Abraham-Sara y Agar-Ismael? (cfr. Gn. 16). ¿No tendría ya el hijo mayor una
desventaja respecto al hermano menor, que era evidente, que gozaba de la
predilección del papá?
Persona pasiva, tal vez persona modelo de hijo:
No se
puede negar que hay en el hermano mayor una cierta pasividad, desde un
comienzo. Sólo se le ve activo al final, aparentemente según la parábola. Tal
vez, cuando sus beneficios y sus conveniencias se ven perjudicadas. Tal vez. Y
es aquí cuando se descubre una natural rivalidad, que podría estar plasmada en
la experiencia bíblica de Caín y Abel. Porque hasta en ese relato es clara la
preferencia por uno de los dos por parte de Dios. Y vuelve a repetirse en la
parábola del hijo pródigo la preferencia por el hijo menor, como en el caso de
Caín y Abel, siendo el mayor Caín (cfr. Gen. 4, 1-2) y el preferido Abel. ¿No
se estará repitiendo, teológicamente, el contenido de la revelación del libro
del Génesis? ¿Habrá conexión con el contenido de la parábola, específicamente
en el caso de los dos hijos, y de la evidente preferencia por uno de ellos? En
la parábola el hijo mayor sale favorecido, porque en el libro de Génesis, Caín
se toma las cosas más en serio, al matar al hermano. Mientras que en la
parábola del hijo pródigo, simplemente, el muchacho se negó a entrar a la
fiesta. No más.
Hace valer sus derechos:
La
postura del hijo mayor es de admirar, desde este nuevo enfoque, por lo menos,
en este momento. Ya que el hijo mayor muestra su inconformidad con la realidad
que estaba pasando en su casa, y con su papá, al decirle, que: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener
un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido
tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. ¿Dónde está lo
malo que el muchacho mayor manifestara su malestar? ¿No estaría resaltándole al
padre el hecho de su fidelidad y sumisión, que podrían verse como bondad de
hijo? ¿No sería, acaso, el hijo bueno, el hijo modelo? ¿No estaría, reclamando
que no había sido valorado por su ejemplo? ¿Va a tener preferencias y va a ser
injusto, si de comportamiento se trata; y por méritos ya tiene más que suficientes
para merecer todo el respeto y consideración? ¿Estaba, o no estaba en su
derecho de decir lo que dijo al buscar poner las cosas en sus respectivos
lugares; y los lugares eran que, el hermano menor era un despilfarrador y mal
hijo; en cambio, él, el mayor, era el ejemplo y el modelo de la familia?
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