viernes, 23 de diciembre de 2016

La edad del hijo menor


Nos preguntábamos sobre la edad del hijo menor, llamado popularmente el hijo pródigo. Esto podría ser de mucha importancia. ¿Sería menor de edad? ¿A qué edad se sería mayor?

¿A qué edad se fue?:

A los trece años, el varón. Y la mujer, a los doce años. Y son responsables de sus actos y decisiones.
A los veinte años era apto para ir a la guerra, como de pagar los impuestos o la contribución para el templo, y contado entre los levitas o sacerdotes (cfr. 2 Crónicas 3, 17; 25:5; Números 1,3; 26, 2).
¿En cuanto a los doce años del Niño Jesús cuando se perdió en el Templo, habrá alguna referencia a que todavía no tenía los trece, y por eso el evangelista San Lucas 2, 51 dice que “bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos”? ¿Habrá alguna referencia implícita en que todavía no era adulto, en caso del Niño Jesús; y habrá alguna diferencia con el hijo menor de la parábola del hijo pródigo, que ya tendría los trece, y que el padre no pudo someter, como en el caso del niño en el templo? El caso es que los dos relatos los cuenta el mismo evangelista, siendo de su exclusividad. Aunque pareciera que la referencia a doce años, en el caso del Evangelista San Lucas, sea, por el contrario, a una referencia de nuevo poderío e imperio (cfr. las siguientes citas 1 Crónicas 12, 39-41; 1 Samuel 30, 7-12; Éxodo 10, 20-24; Éxodo 5, 1-5; Génesis 14, 1-6; 40, 1-13; 42, 1-17; Primer libro de los Macabeos 1, 7; Nehemías 5, 14; 2 Reyes 21, 1; 2 Reyes 3, 1; 1 Reyes 16, 23; Génesis 14, 1-6).


¿Cuánto tiempo le duraría la fortuna?:

Otro detalle sería preguntarnos sobre la fortuna misma y su grosor. ¿Cuánta sería la parte de la herencia que le correspondió y se llevó; y qué tan grande sería ese dinero, y en cuánto tiempo lo gastaría todo? ¿Cuánto tiempo de farra y de vida “libertina” (cfr. Lc. 15,13) pudo vivir?

¿Qué edad tendría cuando se regresó?:

Con toda seguridad ya no tenía la misma edad de cuando salió de la casa de su padre. Calculemos un año más, por medida pequeña. Y si se fue a los trece, ya tendría 14 años cuando regresó. Si es así, entonces, 14 es múltiplo de 7. Y 7 es un número de mucha importancia para la cultura judía.
Así, por ejemplo, tenemos que en 7 días Dios creó el mundo. El día séptimo descansó de todo cuanto había hecho, y vio que todo estaba bien (cfr. Gn. 2, 1-3). El día séptimo era el día de precepto y descanso según la Ley. El año séptimo se tenía que dejar descansar la tierra, por un año. Al séptimo año un judío estaba en la obligación de perdonar la deuda a su vecino judío (aunque después el maestro de la Ley, Hilel, presentó la posibilidad de no perdonar la deuda, sino de no cobrar intereses por ese año, y al año siguiente volver a contraer la deuda habida; (cfr. Armand Puig, Jesús, una biografía).

¿Cuánto tiempo duraría trabajando?:

Otro detalle es el tiempo que duraría trabajando en la crianza de los cochinos. ¿En cuánto tiempo gastaría su fortuna; y cuánto tiempo tardaría en buscar trabajo; y cuánto tiempo duraría trabajando?
Entonces, el dato del tiempo, y el dato de la edad del muchacho, parece un tema subyacente pero de mucha importancia. Esto nos lleva a preguntar algunas cosas elementales, además de las que ya se han apuntado. Así es válido cuestionar sobre a qué edad se toma conciencia de sus propios actos; y a qué edad tomó conciencia el hijo menor; sobre todo, a qué edad relacionó su experiencia actual con la anterior, en donde, por lo menos comía bueno y barato…
Por otro lado, tendríamos que preguntarnos la edad del padre, y las condiciones físicas del viejo.
 Pareciera que esa referencia del tiempo es importante. ¿Habrá alguna relación con el tiempo-destiempo del libro del Eclesiastés[1]; es decir en lo de hay tiempo para sembrar, tiempo para recoger; tiempo para tirar piedras, tiempo para recogerlas; etc.?



[1] Ya, en ese solo extracto del libro del Génesis hay varios opuestos: cielos-tierra; luz-oscuridad; día-noche.
  Si seguimos, sólo con el libro del Génesis, seguimos encontrando los opuestos: Tierra-mares (seco-agua, Gn. 1,10); Adán-Eva; macho-hembra (cfr. Gn. 1,27); árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn. 2,9); Edén-desierto; Abel-Caín... En los mismos Evangelios: luz-tinieblas (cfr. prólogo de San Juan), verdad-mentira, verdad-engaño (Jn. 1,47; 8, 44...), subir-bajar (Jn. 1,51), carne-espíritu (Jn. 3,6, y otros muchos), Padre-Hijo (cfr. todos los Evangelios), siervo-amo; asalariado-dueño; nacimiento-muerte; luz (vida)-tiniebla (muerte); vida-muerte; viejo-nuevo; señor-esclavo, oír-guardar, ver-no ver, oír-no oír, entender-no entender, vid-sarmiento, siervo-amigo, poblado-desierto, uno-legión, judío-pagano, cruz-vida, cruz-resurrección. Y, así, en toda la Biblia. Para no seguir detallando los opuestos, citemos el libro del Eclesiastés, en donde hay un gran resumen de los opuestos, con el famoso de tiempo-tiempo (tiempo-destiempo), y, así, queda todo aclarado: Eclesiastés 3 (sin obviar todo el capítulo 2 del mismo libro del Eclesiastés, por supuesto).

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